“La traducción de la palabra persona en latín, nos lleva al disfraz o apariencia externa de un hombre, imitado en la escena, y a veces, más particularmente, aquella parte de él que disfraza el rostro, como la máscara, antifaz o careta” (Capitulo XVI del Leviatan – Hobbes).
A una semana de la segunda edición de la Expo Cannabis Argentina, continúa el debate sobre distintos pareceres sobre si fue un éxito o no, si era realmente una “expo”, y qué se esperaba más de la misma, qué faltó qué sobró y titulares de cronistas como “Expo Careta”.

Desde el rédito económico, solo el equipo de la revista THC con su líder Sebastián Basalo, podrán saber si fue redituable o no. Desde las marcas de grow shop, que han podido acceder a los stands de valores en euros, tampoco han surgido críticas por los resultados de la inversión. Para quienes estaban interesados solo en relaciones comerciales hubo módulos de unidades de negocios con entradas diferenciadas del público general.
Continuando la arista económica, la entrada fue de $1.500, no suena excesivo entiendo que los consumidores de cannabis estamos expuestos a productos caros continuamente y la industria que se está engendrando no va a escapar de eso, por eso es de suma importancia que la ley, que aguarda en el recinto de Diputados por la sanción definitiva, respete el espíritu de la participación de las economías regionales y cooperativas. Y aquí está la discusión de fondo que nos interpela constantemente en cada discusión cannábica.

Argentina está atravesando un periodo de transición de la prohibición total, a la apertura comercial y de uso particular desde lo medicinal. Pero ¿es el pedido de la mayoría de los usuarios? ¿O fue el que tomaron las dirigencias políticas porque la imagen de madres cuidando sus hijes era socialmente aceptada en su mirada conservadora? ¿Fue esa misma imagen la que permitió que editores de medios permitan publicar notas sobre cannabis?
La Primera Encuesta Nacional sobre uso de cannabis, coordinada por CECCa (Centro de Estudios de la Cultura Cannábica), de la cual participaron casi 65 mil personas, nos alerta que más del 80% de los usuarios y usuarias lo hacen de manera recreativa. Entonces ¿se está legislando una demanda de las mayorías?

Para darle voz a ese 80%, el debate debería estar puesto sobre la Ley de Drogas 23.737, herencia del duhaldismo en la década del´90. Aún no hay un liderazgo político definido para su real debate y esta absurda ley continúa contaminando todos los avances como la autorización ReProCann (Registro Nacional del Programa de Cannabis), que permite a usuarios medicinales el autocultivo, pero continúan siendo allanados y demorados en la vía pública.
Y es por esto que a la Expo se la acusa de la “Expo Careta” por tener lechugas en los indoors y recibe críticas de distintos sectores o en redes “era como un Grow gigante”. Te pudo haber generado eso, o haber pasado el caso de los emprendedores de Oveja Negra, grow shop de Santa Cruz, que por transportar parafernalia fueron demorados en el aeropuerto Jorge Newbery: “Nos detuvieron con mi socio, a mí me llevaron a una oficina aparte, me sacaron todas las cosas hasta la ropa. Me trataron como una delincuente y soy una laburante. No tenía ni una ´tuca´ en la mochila, solo productos para vender en el local”, contó entre llantos en un vídeo que subió a redes sociales, Gabriela emprendedora del sur que viajó a la Expo Cannabis.
Esta es la tensión constante que vive el mundo del cannabis en Argentina, sin una representación política clara, con avances y frenos constantes, y sin debatir realmente de cara a la sociedad sobre lo que espera del cannabis. Si retomando a Hobbes, el actor (persona artificial El Estado) actúa por la autoridad dada por el autor (la sociedad mediante el pacto) exijamos que nos represente sin careta.