Norma, la película dirigida por Santiago Giralt y guionada por Mercedes Morán, quien es además la protagonista, fue la elegida por el Festival de Cine Cannábico para inaugurar la 4ta edición de Buenos Aires.
Este jueves en el Centro Cultural Caras y Caretas se proyectará Norma, una película donde el cannabis juega como disparador de un nuevo sentir sobre las experiencias personales de una señora de clase alta, económicamente realizada, una familia ordenada, con criterios de vida establecidos y prejuiciosa sobre “los otros”.
Pero todo ese orden derrama cierta disconformidad sobre Norma (Mercedes Moran), que por la renuncia de su empleada doméstica (Claudia Cantero) se ve obligada a emprender las actividades diarias del hogar.
Como suele suceder, Norma llega al cannabis por un descuido de su hija (Mercedes Scápola, hija de Morán en la vida real). A partir de allí Norma, se debate entre la información positiva y negativa que navega en internet acerca del cannabis. Argumento que sustenta la novela Señales de Humo de Santiago Giralt.

“El humo aún es interpretado de dos maneras, es una cuestión de perspectiva. Para algunos aún puede ser problemático y para nosotros es una forma de compartir que puede llevarte a charlas muy profundas”, comenta Giralt desde su experiencia de usuario y cultivador ante Cannabica Argentina.
Norma, logra romper las reglas de “lo enseñado”, y relación mediante con su psicóloga (Lorena Vega), quien luego se convierte en su amiga, de la cual tenía prejuicio por ser “porteña”, emprende un camino de recomposición de relaciones sociales donde Giralt y Morán no definen una vinculación puntual, si no que buscan dejar sensaciones de experiencias personales como nuevas amistades, sexos, géneros, compartir el gusto por el cultivo y aprecio por la naturaleza.
“Creo que en estos momentos se está escuchando la voz de una generación muy ambientalista que pregona los debates sobre la planta, entiende el proceso de lo que significa cultivar y está decidida a defender los derechos adquiridos. Pero en paralelo en Argentina aún quedan rezagos de voces que vinculan al cannabis como la puerta de entrada a otras drogas”, expresó Giralt quien recuerda sus días en Escobar, provincia de Buenos Aires, donde aprendió el arte de cultivar.

El film no deja de recordar los prejuicios que describe Giralt, como el “terror” de consumir marihuana, cuando Norma googlea “cannabis consumo”. El temor de la protagonista por no poder decirlo, el miedo al que se expone al tener que ir hasta “el dealer” para comprar cannabis y como paradoja final el incendio que produce de su auto al tirar una “tuca” en el asiento trasero tras ser parada por un móvil policial. Bienvenido a Las Tucas, fue el nombre simbólico del pueblo elegido para contar la historia de Norma.
Una vez más las historias personales, está vez llevada al cine, demuestran que el cannabis no tiene porque ser un problema, si no que el problema es la prohibición que lo rodea.