En estos momentos, donde sea que estemos, estamos rodeados de algún objeto hecho a base de algún derivado de petróleo. Sobre el total que se extrae en el mundo, el 95% se refina para combustibles. Mientras que el 5% restante, se utiliza para fabricar el 90% de las cosas que nos rodea en nuestra vida cotidiana.
Ya es de más conocido decir que el petróleo proporciona combustible para el transporte y energía para todo tipo de producción. Es la materia prima para una larga serie de industrias manufactureras. Pero de la obtención de uno de sus derivados, se produce el plástico, material que nos inunda de objetos día a día.
El tereftalato de polietileno (más conocido como PET), es un tipo de poliéster. Se obtiene mediante la policondensación entre el ácido tereftálico y el etilenglicol. En concreto, se encuentra en todas las botellas y bolsas plásticas que manipulamos a diario. Ambas pueden ser recicladas, pero si no se realiza dicha acción de reciclado, las bolsas tardan 150 años en degradarse y las botellas entre 100 a mil años.
El segundo más importante en esta cadena de derivados es el Metacrilato y polimetilmetacrilato (PMMA), que le da a la industria de plástico sofisticación en trasparencia, resistencia y durabilidad, por esto es elegido para autopartes de automóviles, iluminación, cosméticos, decoración, construcción y óptica, entre muchas otras. En el mundo de la medicina se utiliza la resina de polimetilmetacrilato para la fabricación de prótesis óseas y dentales y como aditivo en polvo en la formulación de muchas de las pastillas que podemos tomar por vía oral.